Fragmento de NOCECENTO
Fragmento...
No fue lo que vi lo que me detuvo /
Fue lo que no vi /
¿Puedes comprenderlo, hermano?, fue
lo que no vi ... , lo busqué, pero no existía, en
toda aquella inmensa ciudad había de todo
excepto /
Había de todo /
Pero no había un final. Lo que no vi es
dónde terminaba todo aquello. El final del
mundo /
Imagínate: un piano. Las teclas empie-
zan. Las teclas acaban. Tú sabes que hay
ochenta y ocho, sobre eso nadie puede en-
gañarte. No son infinitas. Tú eres infinito,
y con esas teclas es infinita la música que
puedes crear. Ellas son ochenta y ocho. Tú
eres infinito. Eso a mí me gusta. Es fácil vi-
vir con eso. Pero si tú /
Pero si yo subo a esa escalerilla, y fren- te a mí /
Pero si yo subo a esa escalerilla, y frente
a mí se extiende un teclado con millones
de teclas, millones y trillones /
Millones y trillones de teclas, que nunca
se terminan y ésa es la verdad, que nunca se
terminan y que ese teclado es infinito /
Si ese teclado es infinito, entonces /
En ese teclado no hay una música que
puedas tocar. Te has sentado en un tabure-
te equivocado: ése es el piano en el que
toca Dios /
¡Por los clavos de Cristo!, pero ¿tú viste
aquellas calles? / Contando sólo las calles, las había a mi-
llares, ¿cómo os las arregláis para escoger una?/
Para escoger una mujer /
Una casa, una tierra que sea la vuestra,
un paisaje para mirar, una forma de morir /
Todo ese mundo /
Ese mundo encima que ni siquiera sa- bes dónde acaba /
y cuánto hay /
¿No tenéis miedo de acabar destroza-
dos sólo con pensar en esa enormidad, sólo
con pensar en ella? Y para vivirla ... /
Yo nací en este barco. Y por aquí pa-
saba el mundo, pero a razón de dos mil
personas cada vez. Y aquí había también
deseos, pero no más de los que caben entre
una proa y una popa. Tocabas tu felicidad
sobre un teclado que no era infinito.
Así lo aprendí yo. La tierra es un barco
demasiado grande para mí. Es un viaje de-
masiado largo. Es una mujer demasiado
hermosa. Es un perfume demasiado inten-
so. Es una música que no sé tocar. Perdo-
nadme. Pero no voy a bajar. Dejadme vol-
ver atrás.
de teclas, millones y trillones /
Millones y trillones de teclas, que nunca
se terminan y ésa es la verdad, que nunca se
terminan y que ese teclado es infinito /
Si ese teclado es infinito, entonces /
En ese teclado no hay una música que
puedas tocar. Te has sentado en un tabure-
te equivocado: ése es el piano en el que
toca Dios /
¡Por los clavos de Cristo!, pero ¿tú viste
aquellas calles? / Contando sólo las calles, las había a mi-
llares, ¿cómo os las arregláis para escoger una?/
Para escoger una mujer /
Una casa, una tierra que sea la vuestra,
un paisaje para mirar, una forma de morir /
Todo ese mundo /
Ese mundo encima que ni siquiera sa- bes dónde acaba /
y cuánto hay /
¿No tenéis miedo de acabar destroza-
dos sólo con pensar en esa enormidad, sólo
con pensar en ella? Y para vivirla ... /
Yo nací en este barco. Y por aquí pa-
saba el mundo, pero a razón de dos mil
personas cada vez. Y aquí había también
deseos, pero no más de los que caben entre
una proa y una popa. Tocabas tu felicidad
sobre un teclado que no era infinito.
Así lo aprendí yo. La tierra es un barco
demasiado grande para mí. Es un viaje de-
masiado largo. Es una mujer demasiado
hermosa. Es un perfume demasiado inten-
so. Es una música que no sé tocar. Perdo-
nadme. Pero no voy a bajar. Dejadme vol-
ver atrás.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsta muy interesante, se nota la profundidad y la reflexion..
ResponderEliminarMe gusto mucho el libro Aldo, solo cuando lei el libro entendi verdaderamente porque este personaje nunca se bajo del barco.
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